REC COMTAL

El abastecimiento de agua es una preocupación central de cualquier asentamiento humano, de hecho es fácil intuir que el propio “asentamiento humano” no tiene demasiado futuro sin un suministro eficiente de agua. En el caso de Barcelona, la infraestructura hidráulica más importante, por lo menos a nivel histórico, es el Rec Comtal (o Acequia Condal en castellano). Desde su construcción en la Edad Media entre los siglos X y XI ha abastecido a la ciudad, permaneciendo en activo hasta entrado el siglo XIX. Si bien durante el primer periodo desde su construcción el agua estaba principalmente pensada para mover los molinos situados a lo largo de su recorrido, pronto comenzó a implementarse un uso controlado para regadío y posteriormente para alimentar las primeras fábricas de indianas. Finalmente también se utilizaría, aunque en menor medida y sólo a partir del siglo XVII, como medio de transportar agua potable al centro de la ciudad.

El problema es que actualmente quedan pocos restos visibles del trazado de la acequia, de hecho, para visitar el tramo aún conservado hay que desplazarse hasta el barrio más alejado del casco antiguo de la ciudad: Vallbona, en la zona más al norte del distrito de Nou Barris, para atravesar después hasta Montcada i Reixac. Quizá como única excusa no sea suficiente para algunos, aunque siempre es interesante descubrir nuevas zonas de la ciudad, el paseo tiene un punto de sorprendente en algún tramo y algún que otro elemento interesante (además del de huir de las aglomeraciones del centro).


 

UN NEGOCIO MEDIEVAL

Dos estructuras previas anteceden a la construcción del Rec y en cierta manera preconfiguran su recorrido, una geológica y la otra una infraestructura anterior. En primer lugar hablamos del “graó barceloní” (el escalón barcelonés), que es básicamente una división geológica lineal en forma de “escalón” natural (muy evidente en la plaza de Glorias o en zonas de Sant Andreu) entre el plano de Barcelona más antiguo y las aportaciones de tierra tanto del río Besos como de las rieras que bajaban de la Collserola. Por otro lado, la referencia hidrológica para el Rec sería el antiguo acueducto romano. Construido en el siglo uno y en funcionamiento probablemente hasta el siglo V-VI, es un antecedente claro de la construcción de la acequia, además de que el recorrido coincide en varios puntos.

Encontramos por tanto que en el siglo X, bajo el reinado del conde Mir, se comienzan las obras de una canalización que acercará el agua del besos hasta el núcleo urbano de barcelona, lindando con el graó, siempre por su parte alta, y muy probablemente aprovechando una parte de las canalizaciones que aún servían del acueducto romano. Pero el gran cambio que transforma el uso del Rec Comtal llega de la mano de Ramón Berenguer I, cuando en 1025 decretó que la acequia pasase a ser de soberanía condal, no sólo dándole el nombre, sino que convirtiéndolo en una importante fuente de ingresos para la futura corona. No hubo uso del agua que transportaba la acequia sin una autorización previa, y ésta sólo se conseguía previo pago por su explotación.

Pero el uso principal para el que el Rec Comtal fue diseñado tiene más que ver con la fuerza que genera el agua en su movimiento que con su aprovechamento directo para regadío o consumo. Y es que a lo largo del trazado se dispusieron varios molinos hidráulicos, fundamentales para el desarrollo agrario medieval. No era un invento nuevo, los romanos ya sabían de la posibilidad de hacer uso de la fuerza motriz del agua, pero la disposición de una extensa fuerza de trabajo esclava nunca hizo necesaria la instalación en escala de estos dispositivos tecnológicos. Durante la Edad Media se convirtieron sin embargo en un elemento indispensable dentro de la actividad productiva, la mecanización de la molienda del trigo liberaba manos para otros trabajos. El molino utilizaba un salto de agua para transmitir el movimiento desde una rueda inferior que era empujada por el agua, a una piedra tallada con forma circular que giraba sobre otra fija de idénticas características (muelas), que molían el cereal. Molino por tanto haría referencia al conjunto de mecanismos, y no al edificio, normalmente conocido como casal, que podía tener varios molinos en su interior.

La construcción de un molino siempre debía obtener un permiso Real y, por supuesto, siempre a cambio de compensaciones preestablecidas (una parte de lo obtenido por la harina, algún tipo de concesión, etc). Podríamos tomar como ejemplo el del nuevo casal del Clot. Construido en 1304 contendría ocho muelas, tres de propiedad del monarca y las otras cinco serían propiedad de diversos comerciantes o señores, ya sea en compensación por el pago de las obras del casal, para sustituir un molino que se había tenido que derribar para construir este nuevo, o previo pago para sufragar otros gastos de la corona. El conde sólo poseería derecho de tanteo frente a estas muelas. En total, el Rec Comtal llegaría a mover hasta cincuenta molinos agrupados en catorce casales harineros, y dos traperos; todos ellos unidos no solo por la acequia, sino por la Vía Molinaria, un camino de mantenimiento del caudal de trazado romano en origen.

Aunque no cabe duda que el principal uso del agua desde el comienzo está relacionado con los molinos, la propia actividad molinera iría provocando la aparición de huertos en torno a ellos. El crecimiento de éstos acabó por inducir los primeros permisos de riego, emitidos por Pere el Gran en el siglo XIII. Éstas superficies agrícolas se combinarán con pequeños huertos de recreo construidos dentro de las murallas de la ciudad, lo que en última instancia provocaría la necesidad de crear una disposición para organizar el uso del agua de la acequia en 1384, de cara a evitar que colapsase la utilidad de la infraestructura: el Llibre del Batlle d’aigües antic. Los espacios agrarios crecieron hasta alcanzar casi las 700 hectáreas en el siglo XIX, entre la zona de Sant Andreu del Palomar, Sant Martí de Provençals y Barcelona, un espacio que hay quienes aseguran que poco tenía que envidiar a las huertas mediterráneas de origen árabe en cuanto a producción.

La combinación de usos, al que pronto se sumaría el consumo de agua para beber, que llegó al Raval a partir de 1700 a través de unas “canaletas” que rellenaban un abrevadero (dándole el nombre posteriormente a la fuente en donde el Barça celebra actualmente sus títulos); el abastecimiento de los lavaderos públicos; y, en última instancia, para el creciente número de fábricas de indianas que se instalaron a partir de comienzos del siglo XVIII, provocaron que en 1778, con una necesidad de abastecimiento mayor de agua se construyese la mina de extracción en Montcada. Pese a este aporte extra de caudal y a una ampliación posterior de la mina, el declive del Rec Comtal estaba por comenzar. En 1799 comenzaron a cerrarse las primeras canalizaciones en el interior de la ciudad, la presión demográfica, sobre todo a partir de los inicios de la construcción del eixample, implicó que poco a poco fuese cubriéndose. Pudo ser útil para el abastecimiento de ciertas industrias, fuera ya de la fuerza motriz del agua que había sido sustituida por vapor. Los molinos fueron quedando en desuso, siendo los últimos derruidos ya entrados en el siglo XX, mientras que los huertos iban cediendo al proceso urbanizador, hasta que quedaron activos solo unos terrenos anexos al barrio de Vallbona.

El Rec Comtal hace prácticamente el mismo recorrido que el acueducto romano. Fuente

Situación de los molinos a lo largo del Rec

Funcionamiento de un molino harinero hidráulico. Fuente

Casal de molinos de Sant Andreu, en 1917. Fuente

Uno de los lavaderos en la zona de Vallbona. Fuente

Niños bañándose en el Rec, en lazona de la Trinitat durante los años 50. Fuente

 

LO QUE QUEDA DEL REC

Como es entendible por el proceso de decadencia de la acequia, la ausencia de utilidad de gran parte de los elementos que lo rodeaban fue provocando su desaparición, en la actualidad, lo que queda aún visible se concentra en el área que conecta los barrios de la Trinitat y Vallbona, hasta llegar a Montcada. En algunos puntos de esta zona ha sido relativamente habitual hasta hace pocos años que parte de los vecinos utilizasen las zonas aún descubiertas del Rec Comtal para bañarse e incluso lavar la ropa.

De su recorrido por la parte más antigua de la ciudad no quedan más que elementos de carácter arqueológico desperdigados por toda Barcelona. Incluso en el yacimiento del antiguo barrio de la Ribera, hoy cubierto por la estructura metálica que una vez fue el Mercado del Born, aún se conserva un pequeño tramo al descubierto, ya que toda la zona se mantiene como fue destruida en 1714, antes de que la acequia se convirtiese en una alcantarilla por su paso por Ciutat Vella. Junto a éstas y otros pequeños yacimientos que conservan unos lavaderos, en una tienda del carrer Antic de Bofarull (que sigue a su vez el trazado de la antigua vía molinaria); restos de molinos como el de Sant Andreu, encontrados cerca de la actual calle de Palomar, u otros elementos de interés arqueológico; la más evidente herencia que ha dejado la acequia condal en la ciudad tiene más que ver con la toponímia de puntos por donde pasaba. Todos estos espacios pasan por tener, por el momento, mayor valor documental e histórico que patrimonial, pero esto es un hecho que está en vías de cambio. 

En 2014 se puso en marcha la elaboración de un plan estratégico que plantea recuperar distintos espacio vinculados a la antigua canalización. El proyecto recupera el recorrido del Rec como una infraestructura verde, en donde la preservación y la puesta en valor de los restos recuperables como parte del patrimonio histórico de la ciudad, se habría de combinar con la apertura de nuevos espacios verdes, operando en los puntos que son más susceptibles de dejar descubierto el recorrido del agua una vez más. Pero dado poco hay hecho en el día en que esta carta toma forma, nuestra propuesta parte de la zona más al norte de la ciudad.

En este sentido, y como se puede ver en el esquema de esta misma página, la cosa se pone más interesante a partir de llegar al barrio de la Trinitat, aun partida por la avenida Meridiana, se conservan en perfecto estado varios edificios vinculados a la Casa de l’Aigua, una instalación potabilizadora y encargada de suministrar agua a la ciudad de Barcelona entre 1917 y 1989, de la que más adelante hablaremos un poco más. Desde ésta última, actualmente abierta al público como centro cívico, es posible atravesar la meridiana por el ajardinado Puente de Sarajevo, para acceder a un pequeño jardín que contiene otros edificios que formaban parte del conjunto de la casa del agua. Desde aquí, y quizá solo para los más motivados, podemos acceder a una gasolinera andando por un acceso para peatones en el lateral de la entrada de la autovía, que en última instancia nos llevará al primer punto donde el rec comtal sale, aún hoy día, de nuevo a cielo abierto. Entramos a una zona de huertos informales anexos al último terreno agrícola asociado a la acequia que ha llegado a nuestros días, los Huertos de la ponderosa. Toda esta zona representa el último espacio agrario de la ciudad, y probablemente lo más interesante desde un punto de vista histórico, en tanto a que favorece el entendimiento de la acequia como una infraestructura productiva.

Este paso nos acerca al barrio más alejado del centro. La cuestión es que en este área de Barcelona encontramos el tramo más largo que aún continúa al descubierto, con una zona ajardinada e incluso un paseo que conecta Vallbona con el vecino municipio de Montacada i Reixac. En esta ciudad todavía se conservan varios elementos vinculados a la etapa más tardía del Rec, cuando comenzó a utilizarse como medio de abastecer a la ciudad de agua potable. En primer lugar encontramos el conjunto monumental de la Casa de las Aguas y los Pozos de Montcada, ambos situados en el actual parque de las Aguas. Proyectados por el Arquitecto Antoni Rovira i Trias, se trataba de un conjunto formado por una estación elevadora y una central de bombeo, así como un pozo de acceso al agua de la mina de Montcada. Pese a ser una instalación de abastecimiento, está diseñada bajo la estética premodernista de la época, con elementos cubiertos de trencadís, o hierro forjado decorativo en marcos y barandillas. Aún es posible visitarla, con representaciones de época incluida determinados días del mes. El último punto, a unos cuantos metros del mencionado parque el Rec vuelve aparecer en forma de pequeño canal que termina en el casal de la mina de Montcada, actualmente transformado en un centro de ancianos, pero que no deja de ofrecer una imagen interesante desde el parque que lo rodea. Esta mina de extracción inaugurada en 1778, cuenta con cientos de metros de túneles desde donde se amplió el caudal de la acequia, dividiendo el abastecimiento entre riego y boca.

Restos arqueológicos del Rec en el yacimiento del mercado del Born

Restos del molino de Sant Andreu. Fuente

Propuestas de recuperación dentro del plan director del Rec Comtal

Casa de l’Aigua de la Trinitat

Rec a su paso por Vallbona

Huertos de la Ponderosa

Interior de la Casa de les Aigues de Montcada i Reixac

 

EL AGUA EN BARCELONA

Aunque dada la accesibilidad actual, parece evidente que abriendo el grifo ya tendremos suficiente abastecimiento de agua, es un problema que ha definido la capacidad de crecimiento de una población históricamente. Hoy en día no solo existen aún enormes sectores de población a lo largo del mundo que no dispone de un abastecimiento seguro de agua potable, sino que éste supone un reto para el crecimiento y la sobreexplotación de recursos de ciudades como Barcelona, que no tienen un aprovisionamiento accesible cerca. 

En el pasado el agua sí que causó muchos más problemas. Pero un pequeño recorrido histórico por la situación en Barcelona, sitúa el origen de este problema después de su fundación. Una de las grandes virtudes de los romanos fue la creación de sistemas de abastecimiento que llevaron a la ciudad a cotas nunca antes pensadas y que tardarían mucho en repetirse, por tanto, hasta la caída del imperio la ciudad no se enfrentó a un problema real en este sentido. Tras la desaparición de las infraestructuras romanas, para lo que nos toca, el acueducto, los pozos internos de la ciudad amurallada y las zonas exteriores fueron suficientes para abastecer a la mínima población que vivía aquí durante más de seiscientos años. Pero a partir del siglo XII, el crecimiento demográfico complicó la situación. La primera solución que se dió fue la de crear un sistema de fuentes con agua extraída de minas situadas en diversos puntos del actual parque de la Collserola. Dicha red de fuentes públicas fue el primer sistema de abastecimiento de agua de la ciudad.

El crecimiento a partir de este punto fue boyante a lo largo de los siglos desde la Edad Media, aunque aumentando la densidad de población, nunca superó el espacio que cerraban las murallas, lo que facilitó el acceso al agua a través de los medios tradicionales, con algún aporte extra como el comentado por parte del Rec Comtal en el siglo XVIII, principalmente en épocas en donde se encadenaban sequías. El problema aparece a partir del crecimiento exponencial que acompañó a la expansión de la ciudad y la revolución industrial desde mediados del siglo XIX. Para principios del siglo XX Barcelona había multiplicado su superficie y su población, agregación de municipios mediante, por lo que el abastecimiento de agua empezó a complicarse. Una de las primeras aportaciones sería la creación del conjunto de Montacada i Reixac ya mencionado, a los pocos años llegaría el de la Trinidad.

El hecho detonante que da paso a la construcción de la Casa de l’Aigua en la Trinitat sería la gran epidemia de tifus en 1914. Se culpó al sistema de abastecimiento en su origen, en la zona del Besós y aunque el motivo real fue una infiltración de aguas fecales en una zona más próxima a la ciudad, la excusa fue igualmente positiva de cara a la mejora del sistema de agua potable. El edificio, construido, ahora sí, con ciertos aires modernistas por Antoni Rovira i Trias, era en realidad todo un conjunto de potabilización del que actualmente siguen en pié la casa de acceso a una mina de extracción y la edificación principal. Este último, abierto al público recientemente, consta de una piscina de cloración y dos grandes depósitos laterales (primera obra pública de envergadura construida en hormigón armado en Barcelona) con un entramado de  tabiques internos que facilitaba el lento desplazamiento del agua en zig zag para que sedimentase cualquier partícula arrastrada por el agua, además de impedir que el agua quedase estancada. 

La Casa de las Aguas de la Trinidad es uno de los elementos mejor conservados de todo el recorrido del Rec Comtal. La construcción de la avenida Meridiana se llevó por delante parte del conjunto dividiendo los elementos que aún quedan en pié y ya de paso partiendo el barrio de la Trinidad en la Nova (nueva) y la Vella (vieja). De hecho, los edificios que quedan en pié del conjunto de la planta potabilizadora se encuentran divididos entre los dos barrios, conectados a través del “Puente de Sarajevo”, un puente ajardinado bastante conseguido que nos da la posibilidad de sentarnos a disfrutar de las mejores vistas de esta autovía urbana, para aquellos interesados en el “car spotting” a mucha velocidad. En todo caso y más allá de estos extraños proyectos urbanos, la Casa de las Aguas (además con interés en sí misma) es sin duda un punto recomendable para comenzar a intentar recorrer lo que aún queda de la infraestructura histórica más antigua de Barcelona.

Sistemas de abastecimiento de agua durante la Edad Media. Fuente

La fuente de Santa Anna en el barrio gótico, uno de los puntos de abastecimiento medieval.

El interior de la mina de Montcada, construido para ampliar el Rec para consumo de agua potable.

La epidemia de fiebres tifoideas fue uno de los puntos más dramáticos de la ciudad en relación al agua.

Interior de la casa de l’Aigua en la Trinitat.

La recuperación de la casa de l’Aigua se extiende por todo el entorno, incluyendo unos huertos para el barrio.

 

Recorrido por el Rec entre Trinitat y Montcada. Click para ampliar.

 

horario

Tanto la casa del agua de Montcada como la de la Trinitat organizan visitas guiadas regularmente. Ver agenda en las respectivas webs.

precio

El recorrido es libre, y las dos casas del agua (Montcada y Trinitat), en horario accesible, las visitas son gratuitas.

web

Casa de l’Aigua (MUHBA): ajuntament.barcelona.cat

Casa de les Aigües de Montcada: www.montcada.cat

¿Dónde comer?

Rest. Reina Elisenda de Montcada: cerca de la estación de Montcada i Reixac. Brasería de carne y verdura, muy apropiado para antes de coger el tren al final de la ruta.

Casal del Barri de la Trinitat: local del casal situado en frente de la casa del Agua, con vistas a ella. Muy agradable para tomar algo rápido.

El Carro: para quien quiera un local de menú clásico.

OBSERVACIONES

  • ¿MERECE UNA VISITA? Pues no se puede negar que es un recorrido bastante friki para hacerlo por uno por su cuenta, pero si se enlaza con alguna visita a los horarios de aperturas de las casas del agua es una excusa perfecta para hacer algo de ejercicio. Desde la Casa de las Aigües de Montcada se organizan visitas guiadas por el Rec, lo que hace que se transforme en algo más interesante.
  • Varias de las imagenes están referenciadas a una misma fuente, y es que el mejor trabajo para profundizar en el Rec es precisamente el blog realizado por Enrich H. March antes de publicar el libro sobre ésta infraestructura (aún más recomendable). La web: http://el-rec-comtal.blogspot.com/