TEMPLO DE AUGUSTO

Son varios los espacios heredados del asentamiento romano del que proviene Barcelona, pero entre ellos cabe destacar lo sorprendente de, tras atravesar la pequeña entrada de la sede de excursionistas en la calle del Paradís, encontrarse los restos del templo de Augusto embebidos dentro de un pequeño patio interior. Se conserva una pequeña parte del podio, cuatro grandes columnas y un trozo del arquitrabe que las conectaba. Un resultado efectivista entre la ruina y la intervención para la apertura del patio, con ciertos toques decorativos modernistas.

El templo, originario del siglo I, había estado dedicado al culto al emperador y presidía el foro de Barcino: el asentamiento que Roma había establecido en un llano entre dos ríos (Besós y Llobregat) y muy cerca de una pequea montaña para proteger la posible salida al mar), básicamente el origen de la ciudad actual. A pocos metros es posible también visitar el mayor yacimiento conservado de la colonia romana, alojado en el interior del Museo de Historia de Barcelona, así como darse un paseo por la muralla que rodeaba la pequeña ciudad, que aunque poco conserva de los primeros materiales con los que fue levantada, los tramos visibles tienen el mismo recorrido que la original.


 

BARCINO

Colonia Julia Augusta Faventia Paterna Barcino, este es el nombre completo con el que se bautizó la nueva colonia fundada en el Llano de Barcelona, que como mínimo podemos decir que se había fundado en honor del emperador del momento, Augusto. Este asentamiento permitiría controlar el comercio de la zona, y aunque no llegó a ser especialmente importante (sus 2.000 habitantes no eran mucho en comparación de los 30.000 de Tarraco, capital de la provincia) si que disfruto de una buena posición económica gracias a la intensa productividad de los cultivos del entorno. El origen mismo de la ciudad no está completamente definido, pero básicamente se definen se defiende una postura que se divide en dos complementarias, que fuese impulsada como un centro urbano que sirviese para que los soldados retirados recibiesen su vivienda tras haber prestado servicio a Roma (algo común y que queda reflejado en la locución “paterna” del nombre completo del asentamiento); o más bien que fuese el resultado de la proliferación de distintas villas (probablemente para miembros del ejercito retirados) en el entorno del llano de Barcelona, que necesitaron de un centro de organización para poder comercializar con sus excedentes productivos.

La estructura de la ciudad es similar a la práctica totalidad de las fundadas por los romanos, una red ortogonal trazada a partir de dos vías principales, decumanus Maximus y cardo Maximus, que correspondían a los ejes este-oeste, y norte-sur respectivamente. En elcruce entre estas dos calles encontramos el foro, y todo el recinto estaría amurallado, abriéndose cuatro puertas en el encuentro con las dos vías. De la muralla romana original todavía se encuentran algunas trazas conservadas, en el centro Pati Llimona aún podemos ver una pequeña sección musealizada, pero lo que vemos en la actualidad deriva principalmente de la nueva muralla que se construyó en el siglo IV justo delante de la primera, a la vez que se elevaban 76 torres defensivas alrededor de la ciudad, cuando la anterior sólo tenía en las esquinas y a los dos lados de cada puerta. De hecho, es probablemente la construcción de esta segunda muralla, mucho más imponente, lo que en un futuro ayudaría a generar un efecto llamada más importante que otras ciudades que habían disfrutado en principio de más relevancia, pero fueron arrasadas tras la caída del imperio en Hispania, como Tarraco.

Si la defensa en un principio no fue una gran preocupación dada la paz que reinaba en la hispania romana, sí que uno de los puntos más importantes de las ciudades romanas era el abastecimiento de agua. En el caso de Barcino el acceso coincidía con la puerta norte de la ciudad, esto es, al lado de la fachada de la catedral. Los restos que existen en la actualidad son una reconstrucción ideal que Adolf Florensa llevó a cabo en 1958, aún así si permiten ver cuál era el principal punto de abastecimiento, ya que parte de la localización en la muralla del acceso de agua mientras se trabajaba en la restauración de la misma. Sin embargo, fue precisamente la defensa lo que permió que la ciudad ganase relevancia durante la época musulmana y la formación de la marca hispánica por parte de los francos. Unas setenta torres y una muralla bastante imponente para el pequeño asentamietno que protegía provocó que se conviertiese en una ciudad fronteriza frente al avance musulman, convirtiéndose en la sede de el principal condado de la zona, pero eso ya es otra historia.

Aunque el estudio de Barcino parece bastante avanzado, todavía existen muchos puntos por descubrir. Como curiosidad, diremos que una de las discusiones más curiosas proviene del estudio del templo aquí tratado, y es que existen nuevas hipótesis que plantean que el edificio no está orientado tal y como se propone en la práctica totalidad de los mapas de la ciudad romana, sino que abría que girarlo 90 grados, haciendo que mire a la posición actual de la catedral. Este punto implicaría que todo el foro está mal orientado, y por lo tanto que habría que volver a redibujar demasiados planos, así que por ahora asumiremos que se queda como está.

Modelo esquemático de un asentamiento romano

 

Hipótesis sobre la forma de Barcino

 

Restos reconstruidos de la muralla en la Plaza de Ramón Berenguer. De la muralla romana queda poco más que su trazado.

 

Reconstrucción moderna del acueducto romano a su paso entrada en la ciudad.

 

Nueva hipótesis de la posición del templo y el foro. Fuente: El Pais

EL TEMPLO EN ROMA

La forma de entender la religión de los romanos difiere mucho de la actual, en la medida en que el templo sólo era accesible para los sacerdotes, y no para la población de la ciudad. Pese a esto el Templo ocupaba la posición dominante el foro, espacio público central de la ciudad y por tanto de la vida social de sus ciudadanos.

En un principio, estaban dedicados a uno de los dioses principales del panteón romano, pero a partir de la muerte del emperador Augusto, el cual además aparece vinculado a la formación de la ciudad de Barcelona, también los emperadores pasaron a ser divinizados. A la muerte de Augusto en el año 14, su sucesor Tiberio va a fomentar la construcción de templos para recordar al que había sido el primer Emperador romano (no es extraño dado lo importante que era para los romanos saber que iban a ser recordados tras su muerte), el de Barcino será uno de ellos, pese que las primeras hipótesis que se formularon lo vinculaban a la figura de Hércules.

No es necesario empezar una lección sobre una tipología construida tan importante como el templo griego y romano (rey y señor de la arquitectura arquitrabada), pero si una mínima pincelada: a la hora de clasificar los templos hay tres puntos centrales, como es el cerramiento exterior, el número de columnas situadas en la fachada principal y el orden arquitectónico, que se puede reconocer a partir de los capiteles de las columnas, pero que implica diversas características como relaciones geométricas, el tamaño y forma de las columnas o la forma de los frontones. Este último punto es básicamente la piedra angular que define el lenguaje clásico, los órdenes han sido a lo largo de toda la historia de la arquitectura el punto de partida a partir del cual comenzaban a desarrollarse todos los manuales clásicos, entendiéndose prácticamente como «naturales». Derivan de las construcciones griegas, heredados por los romanos pero no de una forma tan estricta como los primeros. En el siglo I Vitruvio definió cuatro órdenes, que en un orden establecido a posteriori en base a su esbeltez relativa y complejidad ornamental son: toscano, dórico, jónico y corintio. Unos 15 siglos después, las investigaciones de Leon Bautista Alberti le llevaron a establecer un quinto orden, que denominó compuesto.

Podríamos decir por tanto que esta formación constituye la esencia de lo que entendemos por la arquitectura clásica, que en Grecia tuvo su paradigma en los templos, y en Roma se mantuvo, ampliándose a otros edificios civiles dominados por la más avanzada arquitectura abovedada (los romanos te copiaban pero luego te superan). Con esto queda claro que esos órdenes fueron el mucho más que elementos definitorios de los templos, en donde dichas formas permanecían representadas en todas las construcciones romanas de relevancia y en parte de los estilos modernos muy posteriores, sin tener una función fundamental en el plano estructural, son en última instancia el “abc” de la gramática arquitectónica histórica.

En este sentido, para establecer una definición de partida de lo que fue el templo en el caso de Barcino, las investigaciones exponen que se trataba de un templo períptido (rodeado de columnas en todos sus lados) hexástilo (con seis columnas en el frente) y corintio. En total mediría 17 x 35 m.

Tipologías de templo según su planta.

 

Los órdenes clásicos dibujados por Palladio

 

Reconstrucción del templo. Fuente

 

LA SUPERVIVENCIA DE LAS COLUMNAS

El comienzo de la historia del templo ya lo hemos mencionado, fue construido en el siglo I d. C. a partir de que Tiberio institucionalizase el culto a su predecesor en el imperio. La función religiosa del templo se mantuvo durante 400 años, aunque el edificio siguió siendo la estructura más imponente del interior de la ciudad durante más tiempo.

En el siglo IV, la concesión de libertad religiosa y posterior instauración del cristianismo como religión oficial del imperio, implica que comience a perderse la función religiosa del templo. Posteriormente, ya con la ciudad bajo control visigodo, el centro de la vida pública se desplaza en la ciudad a dos nuevas basílicas, una arriana emplazada en donde actualmente se encuentra la catedral, y otra cristiana en donde ahora encontramos la iglesia de Sant Just. Esta transformación supuso el abandono definitivo de todo el conjunto del foro, que pasa a ser desmontado poco a poco, para reutilizar los materiales en nuevas construcciones.

Que los restos hayan llegado a nuestros días se debe enteramente a que en determinado momento, volvieron a ser “útiles”. Las grandes columnas del templo se utilizaron como elementos estructurales de algunos edificios de la Edad Media, y así fue como resistieron el paso de los años. De hecho, existen varias menciones que hablan de que hasta el siglo XIX se habían conservado seis columnas, y no las cuatro actuales. Así, su existencia era bien conocida, pero tuvieron que pasar muchos años para que se volviera a saber de donde provenían.

No es hasta el siglo XIX, que con el interés renovado en la arquitectura del pasado, más aún en la clásica, se propusiese un estudio específico sobre las columnas que quedaban. La demolición de una serie de estructuras que tapaban las columnas sacó a relucir parte del basamento, capiteles, molduras del podium y el arquitrabe. En un estudio patrocinado por la Junta de Comercio de Cataluña, el arquitecto Antonio Celles hacía la primera hipótesis sobre la forma y uso del templo de Barcino en 1835. Puig i Cadafalch completaría este estudio ya en los años 20. Tras las primeras investigaciones, varios derribos en la calle de la Lliberteria acabaron con dos de las columnas que al parecer mostraban un estado de conservación muy inferior a las cuatro restantes. Otra, que se encontraba en la medianera de dos edificios, fue transportada fuera de su posición original, primero al Museu Lapidari y posteriormente cedida al museo de la capilla de Santa Ágata, que la montaría en la Plaza del Rey en 1879, hasta su traslado definitivo a su situación actual buscando recomponer el conjunto.

Lo que hoy podemos observar deriva de las obras realizadas desde la «Associació Catalanista d’Excursions Científiques», que compran el inmueble en 1878, preciamente porque sabían de la presencia de la columnas. La habitación con los tres capiteles vistos había sido ya, una de las salas principales de la asociación. De hecho, las columnas eran para muchos miembros un símbolo del grupo y cuando en 1902 el espacio comenzaba a ser demasiado pequeño, surgieron varias propuestas para conservarlas. A esto se le sumaba el interés evidente que generaba la visión completa de la columna viajera de la Plaça del Rei. Una vez rechazada una primera propuesta que pretendía trasladar las columnas al castillo de Santa Florentina en Canet de Mar, la solución definitiva pasó por restaurar el edificio completo, dejando las columnas encerradas en un patio interior cubierto. El proyecto, diseñado por el arquitecto Lluis Domenech i Montaner, aprovecha los pocos elementos góticos que restaban en el edificio para potenciarlos junto con algunos detalles modernistas, y dejaba previsto un espacio para el traslado de la cuarta columna, que no se llevaría a cabo hasta 1956.

Dibujos de Antonio Celler, primer investigador del origen del templo

Dibujo de Puig i Cadafalch después de su análisis.

Imagen de los capiteles de las columnas.

Grabado de Parcerisa, con las columnas embebidas en el interior de un edificio. Fuente

Una de las columnas en la plaza del Rey.

horario

Lunes: De 10.00h a 14.00h

Martes a sábados: De 10.00h a 19.00h

Domingos: De 10.00 a 20.00

precio

Gratuito

web

Templo de Augusto (MUHBA): ajuntament.barcelona.cat

Página del Centre Excursionista: cec.cat

¿Dónde comer?

El epicentro del gótico, y por lo tanto una zona difícil, lo más cercano (4 minutos andando):

El cuiner de Damasc: sin duda de los mejores shawarmas y falafels de Barcelona. De esos que ni siquiera un realfooder tiene argumentos para rechazar.

OBSERVACIONES

  • ¿MERECE UNA VISITA? Sin duda, no es un remanso de paz y tranquilidad precisamente, hasta el punto de no ser fácil encontrar hueco para pasar en ocasiones, pero es una parada que merece la pena.
  • Una visita a tener en consideración en este punto es la de la propia sede del CEC. Organizada desde sternalia permite no sólo visitar las dependencias del centro, sino acceder a nuevas perspectivas de las columnas desde los balcones.
  • Casi más importante que el templo, es hacer una visita al museo de la ciudad si estás interesado en la historia de la colonia romana, ya que es donde se expone el grueso de los restos conservados.